Introducción

Las enfermedades del tracto urinario son a menudo asociadas a diversos signos clínicos, cuya detección no es difícil pudiendo acompañarse de hallazgos de laboratorio rutinarios. La categorización de los signos clínicos y su relación con un síndrome específico es muy utilizada, permitiendo la dirección al diagnóstico y terapia.

En el canino la exploración clínica de los riñones se dificulta por su posición, el tamaño corporal, la obesidad y la falta de cooperación del paciente, por lo cual el examen radiográfico abdominal simple, la urografía excretora y la ultrasonografía son modalidades de diagnóstico complementario en la evaluación de la posición, tamaño, integridad y algunos aspectos funcionales del riñón.

Aspectos anatómicos

Los riñones se encuentran en el espacio retroperitoneal del abdomen anterior. El riñón izquierdo generalmente se ubica bajo la 2ª hasta la 5ª vértebra lumbar y se relaciona cranealmente con el bazo, la curvatura mayor del estómago, la rama izquierda del pancreas y la glándula adrenal; dorsalmente, se relaciona con el músculo sublumbar; ventral y caudalmente, contacta con el colon descendente y medialmente se relaciona con el duodeno ascendente.

El riñón derecho ligeramente más craneal, se ubica bajo la 13a vértebra torácica hasta la 3a vértebra lumbar; su polo anterior s relaciona con la fosa renal del lóbulo caudado del hígado y con la glándula adrenal; su cara medial con la vena cava y ventralmente está en contacto, con la rama derecha del páncreas y el colon ascendente.

El movimiento diafragmático durante la respiración, el Nene gástrico y/o el volumen uterino generan cambios en la posición de los riñones.

Examen radiográfico simple

En el canino los riñones se observan en el 50% de las radiografías simples del abdomen. La claridad de su visualización depende de la cantidad de grasa perirrenal y de una adecuada preparación del paciente. Se recomienda un ayuno de 18 a 24 horas y la aplicación de un enema previo al examen para evitar la presencia de contenido alimenticio y/o fecal en tracto gastroentérico que, contrastando con áreas de interés, reducen el valor diagnóstico del examen.

Las radiografías abdominales simples entregan alguna información sobre el tamaño, forma, posición, número, contorno y radiodensidad renal, pero escasa información concerniente a la composición o cambios del parénquima. Para determinar la longitud renal se utiliza el largo de la 2a vértebra lumbar en una vista ventrodorsal, estimándose el tamaño renal promedio entre 2,5 a 3,5 veces el largo vertebral, siendo importante resaltar que cambios en el tamaño de los riñones, pueden preceder a cambios clínicopatológicos, por lo que su estimación puede proveer de valiosa información.

Los riñones son observables más claramente en radiografía laterales, pero su apariencia radiográfica varía con los cambios posturales del animal. Así, con el paciente en decúbito lateral izquierdo la superposición de los riñones rota a lo largo de su eje central demarcando el hilio renal, mientras que con el paciente en decúbito lateral derecho, el riñón ipsilateral puede ser desplazado más cranealmente y la superposición de ambos ser menor. Es recomendable tomar ambas vistas laterales para una adecuada visualización, tal cual se observa en la figura 1.

FIG. 1. Radiografía lateral de abdomen de un paciente felino, macho de 8 años de edad. Se observan en ella hígado (1), riñones (k), intestino delgado (bo) y la vejiga urinaria (b).

La forma renal clásica, semielíptica y cóncava en la cara medial, puede alterarse en diferentes patologías tales como la enfermedad quística del Ovejero Alemán, neoplasias, hematomas, abscesos e hidronefrosis que producen un aumento de tamaño, pudiendo existir en fallas congénitas la displasia renal, una evidente asimetría entre ambos riñones. La densidad radiográfica de un riñón normal es similar a los tejidos blandos con alto contenido líquido, pudiendo ser más radiolucente dependiendo de la cantidad de grasa en la pelvis renal. Areas de disminución de densidad se asocian a la presencia de gas dentro del parénquima o pelvis renal y secundaria a una infección bacteriana o reflujo vesico–ureteral, secuela de cistitis enfisematosa o posterior a una neumocistografía por vía ascendente. (figura 2)

FIG. 2. radiografía ventrodorsal de abdomen de un canino. Se visualiza el riñón  izquierdo (k), el colon ascendente (cd) con fecas en su interior, dificultando la visualización renal.

Los incrementos de la densidad renal pueden ser difusos o localizados, siendo la causa más común los cálculos mineralizados. Estos varían en apariencia desde ramificaciones múltiples, hasta concreciones bien limitadas, dependiendo de su tipo y del mineral que predomine en su constitución. Otras causas menos comunes de radiopacidad renal son la calcificación distrófica de abscesos necrosados, áreas necróticas y neoplasias, o las nefrocalcinósis que, en el perro, se asocia a la intoxicación con etilenglicol, a disfunciones como el hiperparatiroidismo y al Síndrome de Cushing. La incapacidad de visualizar los riñones en el examen radiográfico simple, puede deberse a la falta de grasa perirrenal por caquexia, a una enfermedad extraperitoneal, aplasia renal, problemas de técnica radiográfica o superposición de otras estructuras o fluidos, siendo imprescindible realizar la confirmación del diagnóstico por medio de examenes radiológicos contrastados o de ecotomografía.

Urografía de eliminación

Este examen también conocido como pielografía, urografía excretora o nefrografía contrastada, se basa en la capacidad de los riñones para concentrar y excretar agentes orgánicos yodados que poseen la capacidad de radiopacificar la orina.

Diferentes factores afectan la concentración del medio de contraste en la orina, como el nivel de hidratación del paciente, la dosis, velocidad y vía de administración del medio de contraste y funcionalidad renal.

Las principales indicaciones para la realización de una urografía de eliminación son:

–   Alteración física de la orina (hematuria, proteinuria, piuria, cristaluria, etc.). –   Determinación de la forma, tamaño y posición renal. –   Anuria post–traumática. –   Presencia de orina en la cavidad abdominal. –   Sospecha de ureteres ectópicos. –   Fiebre y dolor abdominal de origen desconocido.

Se contraindica realizar este examen en casos de hipersensibilidad al yodo, situación de escasa presentación, en hembras gestantes por la posible captación de yodo por parte de la tiroides fetal y en la falla renal crónica que genera una persistencia excesiva del medio de contraste en circulación.

Si bien existen diferentes técnicas para la administración del medio de contraste según la concentración de yodo y la velocidad de administración, en general, durante la urografía se describen tres fases:

a) Fase de nefrograma, es la fase inicial y se obtiene después de 7 a 10 segundos de la administración del medio de contraste y se caracteriza por la opacidad homogénea del parénquima renal. Su densidad depende:

de la concentración del medio de contraste en el plasma la tasa de filtración glomerular la osmolaridad tubular, y es independiente del estado de hidratación del paciente. Es así como, puede existir un nefrograma normal en presencia de una enfermedad renal, y paradojicamente, la ausencia bilateral de nefrograma puede deberse a causas extrarrenales como una falla cardíaca que disminuya el flujo plasmático renal. La presencia de nefrograma unilateral puede indicar una enfermedad parenquimatosa, una patología obstructiva o una aplasia renal del riñón excluido de imagen radiográfica. (figura 3).

FIG. 3. Proyeción  ventrodorsal de abdomen de un canino. Visualización normal del parénquima renal (k) contrastado, que representa la fase nefrograma en la Urografía de eliminación.

b) Fase de pielograma, se obtiene luego de 5 minutos de la administración del medio de contraste, siendo útil para evaluar el sistema colector, divertículos renales, pelvis y ureteres.

La densidad radiográfica, en esta fase, depende de la concentración del medio de contraste en la orina y del volumen de orina en el sistema colector renal y ureteres.

Los principales factores que afectan la visualización de esta fase:

el tipo, dosis y vía de administración del medio de contraste, tasa de difusión en el plasma, técnica radiográfica, y otros factores que influyan en el flujo sanguíneo renal y en la tasa de filtración glomerular como el estado de hidratación del paciente y la utilización o no de anestesia.

El pielograma permite evaluar posición, tamaño y forma del sistema colector renal y ureteres, el que puede ser alterado producto de diversas entidades patológicas, de incidencia relativamente escasa en los animales domésticos por lo cual su diagnóstico clínico es muy difícil.

Es interesante destacar que una compresión abdominal sobre vejiga y porción distal de los ureteres provocan una obstrucción urinaria temporal, logrando una mejor visualización del sistema colector renal, durante el estudio radiográfico. (figura 4)

FIG. 4. Vista ventrodorsal de una radiografía de abdomen en un canino. Se visualiza el sistema colector renal, divertículos (d), pelvis (p) y ureteres (u), correspondiendo a la fase de pielograma.

c) La última fase corresponde a la visualización de ureteres y vejiga lo cual permite estudiar la forma y posición de estas estructuras, al igual que patologías estenosantes o compresivas que los afecten y que pueden ser bien evaluadas por esta técnica. (Figura 5)

FIG. 5. Radiografía lateral de abdomen de un canino. Se observan los riñones (k), los ureteres (u) y la vejiga (b) con medio de contraste durante la fase de eliminación de la Urografía.

La exclusión de una sombra renal en el estudio contrastado podría indicar la ausencia de un riñón, la inhabilidad de este órgano para excretar el medio de contraste producto de una enfermedad renal primaria, o una enfermedad posrenal resultante de una uropatía obstructiva.

Ultrasonografía

En la evaluación de enfermedades renales se precisa de información acerca de la arquitectura parenquimatosa interna lo que no es accesible a partir de técnicas radiográficas convencionales. La ecotomografía, técnica diagnóstica por imágenes, no invasiva, indolora y de gran eficiencia, basada en el ultrasonido, entrega información certera en cuanto a tamaño, forma y estructura interna de los riñones.

La mayor ventaja de la nefrosonografía es que permite conocer la estructura renal en base a patrones acústicos característicos, posibilita la realización de estudios seriados por inocuidad biológica, no requiere el uso de medios de contraste y no depende de la funcionalidad del riñón. Idealmente el examen de los riñones debe realizarse con equipos de tiempo real, ya que esto permite una mayor rapidez en la localización de los riñones y un adecuado estudio en su eje sagital y transversal. (figura 6)

 FIG. 6. Imagen ecográfica normal de un corte longitudinal del riñón izquierdo.

El riñón izquierdo se examina colocando el transductor en contacto con la pared abdominal ventral o en el flanco, en dirección caudal a la última costilla donde el bazo facilita la exploración, al servir de ventana acústica. El riñón derecho es difícil de visualizar en la zona ventral, debido al contenido gaseoso del intestino delgado que genera una barrera al paso de las ondas de sonido. Esto se soluciona realizando pasajes repetidos con el transductor sobre el área renal o por resituación del paciente, resultando mejor un acercamiento lateral a través del 10º a 12º espacio intercostal. La zona en estudio debe ser depilada, para evitar la presencia de aire entre los pelos, y luego debe aplicarse un gel de contacto para mejorar la continuidad ente piel y transductor. (Figura 7).

FIG. 7. Ecografía abdominal en un canino. Se observa la imagen esplénica sirviendo de ventana acústica para el riñón izquierdo.

Existen factores que limitan la exactitud de las dimensiones ultrasonográficas de órganos internos como la definición imprecisa de los bordes, la dificultad de obtener planos de corte estándares, la necesidad de extrapolar las dimensiones cuando el riñón se extiende fuera del campo visual y artefactos que generan distorsión de la imagen.

El conocimiento de la anatomía nefrosonográfica normal aumenta el valor de la ultrasonografía como un procedimiento diagnóstico adicional en las enfermedades del tracto urinario, ya que es posible identificar áreas anatómicas como la corteza renal, médula, divertículos, vasos, pelvis y grasa peripélvica, las cuales tienen un patrón acústico característico, que permite definir su normalidad y patología al examen ecográfico.

La corteza renal se describe como hiperecogénica en relación a los ecos circundantes, el límite cortical es liso y bien definido como excepción de los polos caudal y craneal, los cuales aparecen ocasionalmente menos definido debido a la formación de «artefactos» que limitan el rendimiento del examen ecotomográfico. Estos «artefactos» dependen de la naturaleza física del ultrasonido y de su interacción con los tejidos provocando la representación de ecos que no corresponden a una estructura real, omisión de ecos verdaderos y distorsión de las características de los ecos, por lo cual resulta fundamental reconocerlos y corregirlos por reubicación del transductor, evitando interpretaciones erróneas de¡ examen. (figura 8) La médula es anecogénica o hipoecogénica y está subdividida por ecos lineales que corresponden a los divertículos renales y vasos interlobares. La unión corticomedular está bien definida, la pelvis renal y grasa peripélvica generan ecos brillantes que se localizan en la zona central o excéntrica del riñón, dependiendo del área y plano examinado.

FIG. 8. Imagen ecográfica de un corte transversal del riñón derecho. Los ecos circundantes corresponden a reverberancia provocada por el meteorismo intestinal.

En la práctica clínica de la Medicina Veterinaria, la imagen ultrasonográfica de los riñones permite el diagnóstico certero de algunas enfermedades renales del perro, tales como neoplasias, quistes, abscesos, cálculos, infartos, fibrosis, hidronefrosis, nefrocalcinosis, nefritis, necrosis tubular y enfermedad renal metastásica entre otras.

Alteraciones renales

Defectos congénitos:

A pesar de su presentación poco común y ocasionalmente incompatible con la vida pueden ser detectados certeramente usando diagnóstico por imágenes, la condición de agenesia renal, donde uno o ambos riñones pueden estar ausentes, deformidad congénita, riñones poliquísticos, ectópicos, hipoplasicos o no funcionales existiendo la posibilidad de la hipertrofia compensatoria en la falla unilateral.

Estos defectos son mejor demostrados usando estudios radiográficos contrastados, o un estudio ecográfico el cual no es dependiente de la función renal.

Hidronefrosis

En el estudio de esta nefropatía con radiografías simples los riñones se aprecian frecuentemente como masas abdominales elípticas–circulares, lisas, con fluido o tejido de densidad suave, distinguible de otros órganos intrabdominales, que puede ocupar una posición similar al riñón, y que desplaza estructuras cercanas como el estómago, el bazo, el duodeno y el colon.

La urografía intravenosa demarcará el riñón normal, mientras que en el riñón afectado no habrá una buena visualización del medio de contraste, sin embargo, dependiendo de cuan afectada esté la filtración glomerular se observarán variados grados de opacidad parenquimal. Un hidrouréter se distiende proximal al punto de obstrucción, con la pelvis renal dilatada en casos en los cuales la excreción de orina aún continúa, cuadro conocido como pielocaliectasia. (figura 9)

 

FIG. 9. Corte ecográfico longitudinal del riñón izquierdo, donde se observa la pelvis distendida por líquido (p), también denominada pielocaliectasia.

Al examen ecotomográfico se genera una gran zona anecogénica en la pelvis renal, mayor a la generada como producto de la dilatación producida por el fluido que la llena, pudiendo localizarse el sitio de obstrucción (riñón, ureter o vejiga). La cantidad de tejido cortical visible, dependerá del grado de la hidronefrosis (media, moderada o severa) cuya clasificación dependerá de varios parámetros como: la duración de la obstrucción, la funcionalidad renal y la presencia o ausencia de descompresión espontánea del sistema excretor, conocido este último como «efecto de válvula».

La identificación de la cantidad de parénquima renal residual tiene un valor pronóstico más relevante que el tamaño del saco hidronefrótico, por cuanto permite una prospección clínica de acuerdo a la cantidad de tejido funcional, no afectado por degeneración celular, capacitado por lo tanto para retomar su función. (figura 10)

FIG. 10. Corte ecográfico sagital del abdomen de un canino, macho de 9 años de edad, donde se visualiza la vejiga urinaria distendida y ventral a ella un riñón (k) desestructurado con una pelvis renal (p) de difícil visualización.

Urolitiasis

Al examen radiográfico simple los cálculos se ven como densidades radiopacas dentro del riñón, que tienden a su localización central. Ocasionalmente un único y gran cálculo es visto, de contorno similar a la pelvis renal. El tipo más común de cálculo son los de triple fosfato que son radiopacas y los de uratos y cistina en menor porcentaje, los que pueden ser o no radiopacas, dependiendo de la incorporación de sales de calcio en su estructura. (figura 11)

FIG. 11. Radiografía abdominal de un felino. Se visualizan urolitos (u)radiopacos en riñón y vejiga urinaria.

Para localizar radiográficamente un cálculo renal radiopaco y evitar una interpretación errónea, debido a la superposición de otras estructuras, es necesario tomar dos vistas opuestas, mientras que para detectar cálculos radiolúcidos es indispensable realizar estudios radiográficos contrastados.

La ultrasonografía es útil para el diagnóstico de cálculos radiopacos o radiolúcidos, por ser independiente de la estructura mineral del urolito, aspecto interesante en el Síndrome Urológico Felino, patología en la que se presentan cálculos de cistina que pueden ser radiolúcidos en un alto porcentaje de casos, Debido a que el cálculo absorbe y refleja todas las ondas de sonido, se generan ecos brillantes en el sitio de ubicación del urolito y bajo éste una sombra acústica con perdida de la formación de imágenes. (figura 12)

FIG. 12. Corte ecográfico transversal de un riñón, evidenciando  la pelvis renal, la presencia de un urolito, el cual genera una débil sombra acústica posterior.

Otro interesante aporte de la ecotomografía en la Urología, es la visualización de la pared de la vejiga que, frecuentemente, en las urolitiasis se encuentra engrosada, ya sea por irritación o por hipertrofia muscular de esfuerzo.

La nefrocalcinosis se detectan como zonas de alta ecogenicidad en el parénquima renal, con o sin sombra acústica, aun cuando por radiografía no se evidencien densidades de calcificación.

Quistes Renales

Pueden ser únicos o múltiples, congénitos o secundarios a un fenómeno inflamatorio y a una obstrucción tubular. La significancia clínica de los quistes depende de la cantidad de tejido funcional afectado. (figura 13)

FIG.13. Imagen ecográfica  de un corte longitudinal del riñón derecho. Se visualiza una imagen anecogénica, circular y de paredes lisas en el área, corresponde a un quiste renal simple (Q).

Estudios radiográficos contrastados delimitan cambios en la forma y demostrarían áreas no funcionales en el riñón. Un área quística disminuiría la opacidad y el aumento de presión interna puede distorsionar el sistema colector. Un examen radiográfico único no entrega información específica suficiente para hacer un diagnóstico de quiste renal, pudiendo ser difícil diferenciarlo de fenómenos neoplásicos.

Quistes perirrenales pueden hallarse alrededor de riñones normales o patológicos y en un plano radiográfico aparecer como masas intrabdominales que pueden diferenciarse de otras estructuras abdominales, lo que complica su diagnóstico, permitiendo incluso que estudios contrastados demuestren un riñón funcional dentro de las masas líquidas que lo rodean.

El estudio ecográfico es el método diagnóstico inicial para los pacientes con patología renal quística, ya que permite distinguir entre lesiones sólidas y líquidas, definiendo el tipo de enfermedad quística, lo cual se define por el patrón acústico característico del quiste, una estructura anecogénica, de paredes generalmente Usas, sin ecos internos, circulares o semicirculares, y con refuerzo acústico de la pared posterior del quiste, motivado por su ecoestructura interna de predominancia líquida.

Neoplasias:

La neoplasias renales no son comunes, pudiendo ser benignas o malignas, primarias o metastásicas, existiendo o una demostración radiográfica si existen o no cambios visibles de tamaño, posición y función del riñón afectado.

Un tumor renal primario se describe como de gran volumen, ocupando más de un polo renal y que comprime e invade el tejido renal adyacente. Un linfosarcoma comunmente causa deformidad o irregularidad en la forma renal.

La urografía intravenosa mostraría cambios en tamaño y alteraciones funcionales, cuando la neoplasia implique fenómenos vasculares o de vaciamiento urinario. (figura 14)

FIG. 14. Examen ecográfico abdominal, donde se visualiza una colección líquida perirrenal ubicado lateral al riñón derecho (k) y anterior al polo anterior.

Desde el punto de vista ecotomográfico existe una gran variedad de apariencias sonográficas, la más común son ecos de estructura compleja, donde los ecos brillantes se relacionan con fibrosis y calcificaciones, áreas anecogénicas o hipoecogénicas se deben a necrosis, hemorragias o quistes. El tipo de célula tumoral no puede ser identificada por ecos patrones, con la posible excepción del linfosarcoma, el cual es hipoecogénico debido a la densidad homogénea del tumor, la cual causa una pequeña atenuación del sonido.

No pudiendo diferenciarse entre benigno o maligno, la sospecha de neoplasia debe investigarse otras evidencias de malignidad como infiltración neoplásica en tejidos circundantes y lesiones metastásicas en el riñón opuesto, o considerarse la posibilidad de efectuar una biopsia percutánea por aspiración y guiado por ecografía, procedimiento, rápido y seguro, además de gran rendimiento diagnóstico para la evaluación histopatológica temprana de masas tumorales intraabdominales y de gran ayuda para efectuar un pronóstico certero del paciente.

Comentarios

El diagnóstico por imágenes representa, sin lugar a dudas una ayuda diagnóstica decreciente utilización en Medicina Veterinaria, por lo que su incorporación a la práctica clínica redundará en mayores posibilidades de lograr diagnósticos certeros en patologías de difícil abordaje, o bien, permitir el diagnóstico de patologías subdiagnosticadas en el pasado al no contar con esta tecnología. La necesaria relación que debe existir entre los hallazgos por imágenes y la evolución clínica de los pacientes sólo se logrará con el adecuado intercambio de información entre los profesionales involucrados en cada caso, generándose del mismo modo las necesidades de investigación prioritaria para lograr un adecuado desarrollo de la Medicina Veterinaria de Pequeños Animales.

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